miércoles, 1 de enero de 2014

LA EXTINCION DE LOS NEARDENTALES

El hombre moderno y el neandertal coexistieron en Europa durante miles de años. ¿Por qué desaparecieron unos homínidos tan semejantes a nosotros? Parece que intervinieron diversos factores sutiles.

 Kate Wong

 Hace unos 28.000 años, en lo que hoy es el territorio de Gibraltar, un grupo de neandentales luchaba por sobrevivir a lo largo de los acantilados de la costa mediterránea. Muy posiblemente, eran los últimos de su especie. En el resto de Europa y Asia occidental habían desaparecido miles de años antes, tras haber sido dominantes en la zona durante más de 200.000 años.
 La península Ibérica, con un clima más suave y una gran variedad de animales y plantas, parece que fue su último bastión. Sin embargo, la población de Gibraltar no tardaría en desaparecer, dejando atrás sólo algunos útiles líticos y los restos carbonizados de sus hogueras.
 Desde el descubrimiento del primer fósil neandertal en 1856, los paleontólogos han venido debatiendo sobre el lugar que ocupan en el árbol genealógico estos homínidos extintos y sobre las causas de su extinción. Durante decenios, dos teorías contrapuestas polarizaron el debate. Una defiende que los neandertales constituían una variante arcaica de nuestra especie, Homo sapiens, que evolucionó o fue asimilada por las poblaciones de Homo sapiens europeo. La otra teoría postula que los neandertales integraban una especie genuina, Homo neanderthalensis, y que los humanos actuales provocaron su desaparición al expandirse por territorio neandertal.
 Sin embargo, dos descubrimientos clave realizados en el transcurso de los diez  últimos años han llevado el centro del debate lejos de la cuestión sobre cuán pacíficas o violentas fueron las relaciones entre neandertales y Homo sapiens. El primer hallazgo resultó de los estudios de ADN, que no han aportado pruebas de hibridación entre los neandertales y los humanos modernos, según cabría esperar de la mezcla potencial de los dos grupos. El segundo procede de los estudios de datación, cada vez más precisos; indican que, tras la llegada de Homo sapens a Europa hace 40.000 años, los neandertales no desaparecieron de forma brusca, sino que sobrevivieron durante más de 15.000 arios. Ello contradice la hipótesis de una sustitución súbita, según la cual se habría producido un "ataque relámpago".
 Los hallazgos reseñados han instado una investigación más rigurosa de otros factores que podrían haber conducido a la extinción de los neandertales. Lo descubierto induce a pensar que la respuesta quizá se encuentre en la compleja interacción de diversos factores.

CONCEPTOS BASICOS

  • Los neandertales, nuestros parientes más próximos, dominaron Europa y Asia occidental durante más de 200.000 años. Pero se extinguieron hace unos 28.000 años.
  •  Se debate desde hace tiempo sobre la causa de su desaparición. Las últimas hipótesis se centran en el cambio climático y en las ligeras diferencias biológicas y de comportamiento que pudieron haber proporcionado alguna ventaja a los humanos modernos sobre los neandertales.

 Un mundo cambiante
Los estudios paleoclimáticos constituyen una de las líneas de investigación que están aportando más datos sobre la extinción de los neandertales. Se sabía, desde hace algún tiempo, que los neandertales habían experimentado a lo largo de su historia condiciones glaciales y condiciones más suaves, durante los períodos interglaciales. Sin embargo, en los últimos años, el análisis de los isótopos atrapados en el hielo, en sedimentos oceánicos y en polen recuperado en lugares muy distantes entre sí (Groenlandia, Venezuela e Italia) han permitido la reconstrucción detallada de los cambios climáticos que se produjeron durante el período correspondiente al estadio isotópico del oxígeno 3 (OIS-3, por sus siglas en inglés). El OIS-3 abarca desde hace unos 65.000 a 25.000 años; comenzó con unas condiciones climáticas moderadas y acabó con el norte de Europa cubierto por extensos mantos de hielo.
 Considerando que los neandertales eran la única especie de homínido que vivía en Europa al principio del OIS-3 y que los Homo sapiens eran los únicos que quedaban allí al final de este período, los expertos se preguntan si fue el fuerte descenso de las temperaruras lo que condenó a los neanderrales, quizá porque estos no encontraron alimento suficiente o no pudieron mantener su calor. Pero esta hipótesis tiene un punto débil: los neandertales ya se habían enfrentado anteriormente a condiciones glaciales y habían sobrevivido.
 De hecho, numerosas características de la biología neandertal y de su comportamiento revelan una adecuada adaptación al frío. Su tórax robusto, con forma de barril, y sus extremidades, más cortas, habrían favorecido la conservación del calor corporal; aunque hubieran necesitado también disponer de indumentaria de pieles de animales para evitar el enfriamiento. Además, su estructura muscular parece estar mejor adaptada a una forma de caza basada en la emboscada de mamíferos de gran tamaño y solitarios, como el rinoceronte lanudo, que pastaba por Europa del Norte y Central durante los períodos fríos. (Otras de las características distintivas de los neandertales, como la frente prominente, quizá resultaron de la evolución neutra de rasgos que se establecieron por deriva genética y no por selección.)
 Pero los datos isotópicos están lejos de demostrar un cambio gradual de templado a frío. El clima se volvió muy inestable a medida que se acercaba al último máximo glacial, oscilando de forma amplia y brusca. Tales fluctuaciones vinieron acompañadas de cambios ecológicos profundos: los bosques dieron paso a terrenos desarbolados y los renos reemplazaron a ciertas especies de rinocerontes. Las oscilaciones fueron tan rápidas, que en el curso de la vida de un individuo, todas las plantas y animales que esa persona había conocido podían desaparecer y ser sustituidas por una nueva flora y fauna. Y entonces, con igual prontitud, el ambiente podía cambiar de nuevo y volver a su estado anterior.
 Con otros expertos en ecología evolutiva, sostiene Clive Finlayson, del Museo de Gibraltar y director de las excavaciones en varios yacimientos de las cuevas del enclave, que esas condiciones ambientales en vaivén, y no necesariamente el frío, condujeron a los neandertales a un punto sin retorno. Esos cambios habrían exigido la adopción de una nueva forma de vida en un breve intervalo temporal. La sustitución de bosques por prados habría dejado a los cazadores habituados a la emboscada sin árboles donde ocultarse. Para sobrevivir, los neandcrtales tuvieron que modificar sus métodos de caza. Algunos neanderrales se adaptaron a ese mundo inestable, como demuestran los cambios en sus útiles líticos y en sus presas. Pero muchos probablemente desaparecieron durante esas fluctuaciones, dejando tras de sí una población cada vez más fragmentada. En circunstancias normales, esos homínidos podrían haberse recuperado, tal y como habían hecho con anterioridad, cuando las fluctuaciones eran más escasas y espaciadas. Sin embargo, esta vez la rapidez de los cambios ambientales dejó poco tiempo para la recuperación. Andando el tiempo, las repetidas afrentas del clima redujeron las poblaciones de neandertales de tal forma, que ya no pudieron mantenerse, defiende Finlayson.
 Los resultados de un estudio genético, publicado en abril en PLoS One por Virginie Fabre y sus colaboradores, de la Universidad del Mediterráneo en Marsella, apoyan la tesis de la fragmentación de las poblaciones neandcrtales. El análisis del ADN mitocondrial ha revelado que los neandertales podían dividirse en tres subgrupos (uno en Europa occidenral, otro en Europa meridional y un tercero en Asia occidental); el tamaño de 1a población se redujo y fluctuó.
 Especie invasora
 Para otros investigadores, sin embargo, el hecho de que los neandertales no desaparecieran en Europa hasta la entrada de Homo sapiens, indica que el recién llegado tuvo alguna influencia en la extinción del lugareño, aun cuando no matara directamente a los neandertales. Probablemente, postulan los defensores de esta idea, los neandertales hubieron de competir con los nuevos humanos por los recursos y gradualmente fueron perdiendo terreno. Aunque, lo que dio a Homo sapiens esa ventaja sigue siendo cuestión debatida.
 Una posibilidad es que los Homo sapiens fuesen más versátiles en su alimentación. Del estudio que sobre la composición química de los huesos de neandertales realizó Hervé Bocherens, de la Universidad de Tübingen, se desprende que al menos algunos de esos homínidos se especializaron en el consumo de mamíferos de gran talla, como los rinocerontes lanudos, bastante escasos. Los Homo sapiens, en cambio, consumían todo tipo de animales y plantas. Cuando se adentraron en territorio neandertal y empezaron a cazar grandes mamíferos, dejó a los pobladores en una situación de aprieto. Los Homo sapiens podían, por el contrario, complementar su dieta con animales de menor tamaño y alimentos vegetales.
. Curris W. Marean, de la Universidad estatal de Arizona, afirma que los neandertales tenían su propia forma de hacer las cosas, que les resultaba apropiada mientras no tuvieran que competir con Homo sapiens. Los Homo sapiens, en cambio, que habían evolucionado en Africa bajo condiciones tropicales, lograron introducirse en ambientes completamente distintos y rápidamente desarrollar formas creativas de adaptarse a las nuevas circunstancias. Según Marean, la diferencia clave estriba en el retraso cognitivo de los neandertales, comparados con el estado avanzado de los Homo sapiens. Marean no es el único que piensa que la inteligencia de los neandertales era limitada. Una opinión bastante extendida defiende que Homo sapiens superaba a los neandertalcs no sólo en técnicas líticas y tácticas de supervivencia, sino que contaban también con el habla, una herramienta que les pudo ayudar a establecer redes sociales más fuertes. Propone esta tesis que los neandertales no tenían ninguna posibilidad de competir con los recién llegados y ganarles.
Sin embargo, cada vez existen más datos que indican que los neandertales estaban mejor dorados de lo que se pensaba. De hecho, parece que practicaron muchos de los comportamientos que se atribuían en exclusividad a Homo sapiens. Para Christopher B. Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, la frontera entre neandertales y Homo sapims se adelgaza por momentos.
 Los yacimientos de Gibraltar han aportado pruebas que contribuyen a difuminar la línea que separaba ambos grupos de humanos. En septiembre de 2008, Stringer y sus colaboradores publicaron un estudio que demostraba que los neandertales de la cueva de Gorham y de la cueva de Vanguard , muy próxima a la anterior, cazaban delfines y focas, y recogían moluscos. En otro trabajo, todavía inédito, se demuestra que consumian aves y conejos. Los descubrimientos de Gibraltar, jumo al de otros yacimientos, desmienten la hipótesis de que sólo los Homo sapiens tenían la capacidad de explorar los recursos marinos y capturar presas de talla pequeña.
Más datos que borran la línea entre las conductas neandertal y la de Homo sapiens proceden del yacimiento de Hohle Fels, en el sudoeste de Alemania. Bruce Hardy, del Kenyon College, comparó los útiles líticos realizados por los neandertales que habitaron esa cueva hace entre 36.000 y 40.000 años con los artefactos de los Homo sapiens que residieron allí hace entre 33.000 y 36.000 años, bajo un clima y condiciones ambientales semejantes. En abril, durante el congreso que la Sociedad de Paleoantropología estadounidense celebró 19 en Chicago, Hardy presentó los resultados de su análisis sobre las trazas de uso en los útiles y los residuos de sustancias con que habían estado en contacto. Su estudio demostraba que, aunque los Homo sapiens habían creado una mayor variedad de herramientas que los neandertales, los dos grupos de Hohle Fels las habían empleado para el mismo tipo de actividades.
 Algunos de los usos refinados que se han documentado son el empleo de resinas de árboles para fijar puntas líticas a los mangos de madera, el uso de estas puntas a modo de armas a distancia corno proyectiles y la elaboración de instrumentos de hueso y de madera. Sobre el motivo por el que los neandertales de Hohle Fels tuvieran un repertorio de instrumentos menos diversos que el de los humanos que habitaron allí, Hardy conjetura que aquéllos pudieron haber hecho el mismo trabajo sin ellas: "No necesitas una cuchara para pomelos para comer un pomelo".
A la luz de los descubrimientos recientes,también la afirmación de que los neandertales carecían de lenguaje parece poco probable. Los investigadores saben que algunos adornaban su cuerpo con alhajas y probablemente pigmentos. En los estudios arqueológicos que tratan de reconstruir el comportamiento, esas manifestaciones de comportamiento simbólico se utilizan a menudo como indicio de la presencia de lenguaje. A mayor abundamiento, en 2007, un equipo liderado por
Johannes Krause, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, publicó un estudio donde demostraba que portaban la misma versión de FOXP2, el gen que faculta para el lenguaje, característica de los humanos actuales.

Desempate
Ante el estrechamiento creciente del intervalo de separación entre las conductas neandertal y
de Homo sapiens, se dirige ahora la atención hacia las pequeñas diferencias culturales y biológicas
para explicar por qué los neandertales acabaron perdiendo. Según Karetina Harvati, del Instituto Max Planck, el empeoramiento y la inestabilidad de las condiciones climáticas habrían acentuado la competición entre los grupos humanos. En ese contexto, las pequeñas ventajas adquirirían suma importancia y quizá marcarían la diferencia entre la supervivencia y la muerte.
Stringer opina que la gama algo más amplia de adaptaciones culturales de Homo sapiens les
proporcionó una mayor ventaja en tiempos difíciles. Las agujas que utilizaba Homo sapiens revelan que confeccionaban vestidos y tiendas para resguardarse del frío. Los neandertales, en cambio, no empleaban agujas -que se sepa-, por lo que se piensa que su indumentaria se elaboraba de una forma más tosca.
Las diferencias entre neandertales y Homo sapiens podrían también descubrirse en la división del trabajo. En un estudio publicado en Current Anthropology, Steven L. Kuhn y Mary C. Stiner, ambos de la Universidad de Arizona, exponen que la variedad en la dieta de los primeros Homo sapiens de Europa les habría permitido dividir el trabajo de forma que los hombres se ocupaban de la caza mayor y las mujeres recolectaban y preparaban los frutos secos, semillas y granos. Por el contrario, los neandertales estarían más especializados en la caza de grandes animales; ello significaría que mujeres y niños participaban en la caza: su función consistiría en ahuyentar a los animales hacia el sitio donde estarían apostados los hombres.
Al hacer que la fuente de alimentos fuera más fiable y el entorno para criar a los hijos más seguro, la división del trabajo favoreció la expansión de Homo sapiens a expensas de los neandertales.
Cualquiera que fuese la forma en que los neandertales obtenían su alimento, estos necesitaban
grandes cantidades. Según Leslie Aiello, de la Fundación Wenner-Gren en Nueva York, los neandertales eran los "todoterreno" de los homínidos. Diversos estudios sobre tasas metabólicas
han concluido que estos homínidos arcaicos requerían más calorías para sobrevivir que los Homo sapiens.
Karen Steudel-Numbers, de la Universidad de Wisconsin en Madison, ha calculado que el coste energético de la locomoción era un 32 por ciento mayor en los neandertales que en Homo sapiens porque los primeros tenían un cuerpo más robusto y tibias más corras que habrían reducido su zancada. Según Andrew W. Froehle, de la Universidad de California en San Diego, y Steven E. Churchill, de la Universidad de Duke, los neandertales necesitaban consumir diariamente entre 100 y 350 calorías más que los Homo sapiens que vivieran en las mismas condiciones. De esa forma, Homo sapiens pudo aventajar a los neandertales simplemente por el hecho de ser más eficiente en
el consumo: si dedicaban menos energía a las funciones vitales, podían utilizar más energía para reproducirse y asegurar la supervivencia de su prole.
Existe otra diferencia entre neandertales y Homo sapiens que merece la atención, pues pudo ser la que dio a éstos superioridad en la supervivencia. La investigación llevada a cabo por Rachel Caspari, de la Universidad Central  de Michigan, muestra que, hace unos 30.000 años, el número de individuos de Homo sapiens que vivieron durante tiempo suficiente para conocer a sus nietos se disparó.
No sabernos cuál fue el motivo de ese incremento de la longevidad en Homo sapiens, pero el cambio tuvo dos consecuencias clave. En primer lugar, las personas disponían de más años reproductivos, es decir, incrementaba su potencial de fertilidad. En segundo lugar, tenían más tiempo para adquirir conocimiento especializado y transmitirlo a las generaciones siguientes (dónde conseguir agua en épocas de sequía, por ejemplo). Para Stringcr, una vida más larga da la posibilidad de generar redes sociales más extensas y mayores repositorios de conocimientos. Los neandertales, en cambio, tenían una vida más corta, por lo que sus conocimientos podían perderse con mayor facilidad.
Otras pistas sobre las causas de la extinción de los neandertales quizá provengan del análisis de su genoma, cuya secuenciación está previsto que termine este año. Sin embargo, las respuestas irán saliendo poco a poco a la luz, pues todavía no se conoce el significado funcional de muchas de las regiones del genoma en los humanos actuales, y por supuesto tampoco en los neandertales.
Stringer afirma que estamos muy lejos de poder interpretar el significado del genoma de un neandertal. Aun así, los futuros análisis pueden descubrir las diferencias cognitivas y metabólicas entre los dos grupos y arrojar luz sobre la hipótesis de un posible cruzamiento entre neandertales y Homo sapiens.
La investigación de la prehistoria está lejos de haber terminado. Pero los científicos están de acuerdo en lo siguiente: sin decantarse por si fue el clima o la lucha con Homo sapiens, o una combinación de ambos, la causa final de la extinción de los neandertales, los factores precisos que condujeron a la desaparición de las poblaciones de esos homínidos variaron de una a otra. En algunos casos la causa pudo ser la enfermedad; en otros, la endogamia. Cada valle tendría su propia historia.
En cuanto a los últimos neandertales, los que vivieron en las cuevas costeras de Gibraltar hace 28.000 años, no se pasaron la vida compitiendo con Homo sapiens, sí seguimos a Finlayson, pues parece que éstos habitaron la región miles de años después de la desaparición de los neandertales. El resto de la historia está todavía por descubrir.

RESUCITANDO AL NEANDERTAL

A final es de este año, el equipo de Svante Paabo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en leipzig, espera publicar el primer borrador del genoma neandertal. El trabajo ha dado lugar a especulaciones sobre la posibilidad de que algún día pudiéramos resucitar a esta especie extinta. Pero dicha hazaña, de ser técnicamente posible, provocaría toda una serie de dilemas éticos: ¿Qué derechos tendrían los neandertales? ¿Vivirían en un laboratorio, en un zoológico o en una casa? Dejando a un lado las cuestiones morales, ¿qué pueden aprender los científicos de un neandertal resucitado? La respuesta es: menos de lo que podamos imaginar. Un neandertal que haya nacido y crecido en el ambiente actual no podría trasmitimos los conocimientos de sus antepasados de la edad del hielo, no podría enseñarnos a construir un instrumento musteriense ni cazar un rinoceronte lanudo. De hecho, no podría explicar nada sobre la cultura de su especie. Si seria posible, en cambio, estudiar la biología y las capacidades cognitivas de los neandertales para descubrir las diferencias entre esos homínidos arcaicos y nosotros que podrían habernos dado superioridad en la lucha por la supervivencia

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